
SOBRE SU JUVENTUD

ABUELO PATERNO DE PERON
ABUELO PATERNO DE PERON
Su familia paterna provenía de la isla de Cerdeña, de donde llegó a Argentina en 1831 su bisabuelo Tomás Mario Perón, quien se casó con Ana Hughes McKenzie hija de inmigrantes británicos.
Juan Domingo asistió a la escuela primaria en Buenos Aires, para lo cual debió alejarse de sus padres y hermanos y hospedarse con sus tías paternas. En 1910 ingresó al Colegio Militar, de acuerdo a lo que previamente había acordado con un grupo de compañeros de escuela y se graduó en 1916.
Perón relató que a fines de junio de 1930 fue visitado por el mayor Ángel Solari que era un "viejo y querido amigo",4 quien le dijo sin rodeos: "El General Uriburu está con intenciones de organizar un movimiento armado". A continuación le preguntó a Perón si estaba comprometido con alguien y ante su respuesta negativa le dijo "Entonces contamos con vos" a lo que Perón respondió "Sí, pero es necesario saber antes qué se proponen."5 Esa misma noche Perón, invitado por Solari, concurrió a una reunión en la estaban el general Uriburu, su hijo y otros oficiales. Uriburu "habló sobre las cuestiones concernientes a un movimiento armado que debía prepararse juiciosamente" lo que fue aceptado por todos.5 Se trató también sobre la forma de reclutar adherentes e inscribirlos.
Cuando, siempre en la misma reunión, Perón propuso "comenzar el trabajo definitivo de la organización y preparación del movimiento" se le contestó que todavía no podía hacerse porque había otros grupos que "si bien tendían como nosotros a derrocar al gobierno, tenían otras ideas sobre las finalidades ulteriores" por lo que, escribe Perón, "desde ese momento traté de convertirme, dentro de esta agrupación, en el encargado de unirla con las otras que pudieran existir y tratar por todos los medios de evitar, que por intereses personales o divergencias en la elección de los medios, se apartara la revolución del 'principio de la masa' tan elementalmente indispensable si se quería llevar a ella a buen término."7 Finalmente Perón señala que la reunión se había extendido por cinco horas y que pensaba "que el general Uriburu era el hombre que siempre conocí, un perfecto caballero y hombre de bien, hasta conspirando."
En los días siguientes Perón siguió realizando gestiones para incorporar oficiales al proyecto y el 3 de julio el teniente coronel Álvaro Alsogaray le comunicó que había sido designado para formar parte de la sección "Operaciones" del Estado Mayor revolucionario, del que Alsogaray era jefe. En las semanas siguientes Perón comenzó a tener serias dudas sobre la capacidad de quienes dirigían el EMR y el 3 de septiembre le comunicó a Alsogaray que por ese motivo se separaba del movimiento si bien se comprometía a colaborar con el mismo cuando se produjera.
Al día siguiente y por iniciativa del teniente coronel Descalzo se hizo una reunión de cinco oficiales, incluido Perón, que participaban del movimiento y coincidieron en que "lo peor que podía hacerse era entronizar una dictadura militar que sería combatida en absoluto por la nación entera." por lo que, dado que no contaban con apoyo militar suficiente para dar el golpe "la única salvación era el pueblo y muy especialmente los estudiantes, así como también la Legión de Mayo" de modo que resolvieron poner manos a la obra de inmediato para buscar adherentes entre los oficiales y, además, aprobaron un programa de gobierno redactado por el teniente coronel Sarobe.
La víspera del golpe Perón fue designado ayudante del teniente coronel Descalzo y el 6 de septiembre los dos fueron a la Escuela Superior de Guerra donde aseguraron su adhesión. Luego, fueron al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín con una columna, arrestaron a su jefe que se negaba a adherirse y lo reemplazaron por otro. Se formó entonces una columna con tropas en la que Perón iba en un auto blindado armado con cuatro ametralladoras y marcharon a la Casa Rosada a la que encontraron invadida por civiles que estaban causando destrozos por lo que trataron de desalojarlos pacíficamente. Durante ese día permaneció en el lugar resguardando la seguridad hasta que llegaron las tropas restantes y a la noche patrulló las calles de la ciudad de Buenos Aires para prevenir desmanes. Perón fue destinado a seguir cursos de perfeccionamiento en Italia. Se especializó en alpinismo, esquí y alta montaña.
Ya en Argentina, Perón dictó una serie de conferencias sobre el estado de situación bélica en Europa, tras lo cual fue ascendido a Coronel y designado comandante en una unidad de montaña en la Provincia de Mendoza. Para entonces su país vivía momentos políticos muy inestables. El sistema de fraude electoral estaba agotado y el gobierno del presidente Ramón Castillo perdía continuamente apoyo político. En los partidos políticos de la oposición, el movimiento obrero y las Fuerzas Armadas predominaba la opinión de que había que terminar con el régimen conocido como década infame, que se iniciara el 6 de septiembre de 1930.
EL GRUPO DE OFICIALES UNIDOS
Y EL GOLPE DEL 43

Y EL GOLPE DEL 43

El 10 de marzo de 1943 se creó una logia denominada G.O.U. (Grupo Obra de Unificación o Grupo de Oficiales Unidos), también denominado ATE (Asociación de Tenientes del Ejército), integrada por oficiales del Ejército de mediana y baja graduación. Si bien las opiniones de los historiadores no son coincidentes, varios sostienen que Juan Perón fue uno de los líderes e incluso fundadores de la agrupación. El G.O.U. era ideológicamente heterogéneo, reunía tanto a militares «aliadófilos», «neutralistas» y «germanófilos», aunque todos nacionalistas. Perón, se caracterizaba por ser pragmático y sostenía que al final los aliados terminarían por imponer su superioridad de recursos y ganarían la guerra. Tan heterogénea era la ideología de sus integrantes que pocos coincidían en los objetivos finales de la logia. Solamente coincidían en que había que derrocar a Castillo y eliminar el régimen de fraude vigente en la República Argentina desde 1930.
El G.O.U. tenía estrechas relaciones con el General Pedro Ramírez (su hijo el Coronel Emilio Ramírez y su yerno el Capitán Franciso Filippi eran miembros fundadores), quien se desempeñaba como Ministro de Guerra del presidente Ramón Castillo. El día anterior al golpe el presidente le pidió la renuncia, desencadenando la sublevación, a partir del apoyo de los jefes de tropa que se reunieron con los generales Rawson y Ramírez la noche anterior en Campo de Mayo. El 4 de junio de 1943 una gran columna partió de Campo de Mayo para derrocar al presidente Castillo y dar origen a la llamada Revolución del 43.
El historiador estadounidense Robert Potash, que ha estudiado en detalle la actuación del ejército en la historia argentina moderna, ha relativizado mucho la participación del GOU en el golpe de estado de 4 de junio:
La dirección del GOU no controlaba directamente los recursos militares necesarios para realizar una revolución... El movimiento militar del 4 de junio no fue resultado de un plan elaborado cuidadosamente por el GOU, o siquiera por cualquier otro grupo de oficiales... Más bien fue una rápida improvisación cuyos participantes apenas concertaron acuerdos en relación con objetivos específicos, fuera del derrocamiento del presidente Castillo.
La dirección del movimiento recayó en el General Arturo Rawson, un militar que frente a la Segunda Guerra Mundial era partidario del tradicional neutralismo argentino, pero cuyas preferencias estaban virando hacia el bando aliado. Rawson venía organizando un golpe de estado contra el gobierno de Castillo y dirigía un logia conocida como los generales de Jousten, en la que también participaban los hermanos Benito y Sabá Sueyro, el general Mason y el dirigente radical Ernesto Sammartino.
Rawson aparecía como una figura aceptable para todas las corrientes militares, pero cuando intentó formar su gabinete con sectores de derecha provenientes del régimen derrocado, los jefes militares exigieron su renuncia para designar presidente al General Pedro Pablo Ramírez. El contraalmirante Sabá Sueyro fue designado vicepresidente. Ningún miembro del GOU integró el gabinete, pero el Coronel Enrique P. González fue designado a cargo de la estratégica secretaría privada de la presidencia y el Coronel Emilio Ramírez Jefe de Policía.
EL ROL DE PERON
EN EL GOBIERNO DE FACTO

EN EL GOBIERNO DE FACTO

El poder y la influencia creciente de Perón dentro del gobierno militar provino de su alianza con un sector del sindicalismo argentino, principalmente con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria. Producido el golpe, un sector del movimiento obrero, principalmente el socialista de la CGT Nº1, a través del dirigente mercantil socialista Ángel Borlenghi y el abogado ferroviario también socialista Juan Atilio Bramuglia, decidió entablar contacto con los coroneles Perón y Domingo Mercante. Las conversaciones establecieron una alianza inicial de sanción de leyes laborales reclamadas largamente por el movimiento obrero, fortalecimiento de los sindicatos y del organismo estatal que regulaba las relaciones laborales. (Baily, 84; López, 401).
El plan elaborado entre Perón y Mercante y los sindicatos incluía acceder al por entonces poco influyente Departamento Nacional de Trabajo. Perón maniobró dentro del gobierno para que se lo designara al frente de esa repartición y aprovechando el cierre del Congreso Nacional, puso en vigencia por decreto un gran número de leyes de corte social que desde décadas habían sido presentadas por los diputados socialistas (siendo el más renombrado de ellos Alfredo Palacios) en el parlamento argentino y eran sumariamente vetadas por las mayorías conservadoras.
La sanción de tales medidas le valió hacerse de poderosos enemigos entre los industriales, ganaderos y comerciantes. Sin embargo la posición de Perón dentro del gobierno militar, lejos de debilitarse, se fortaleció gracias al apoyo de un creciente número de sindicatos que apoyaban su gestión que, a su vez, iban tomando conciencia de su verdadero poder como factor de presión pública.
Poco después obtuvo que el Departamento de Trabajo fuera elevado al rango de Secretaría de Trabajo. Con el apoyo de una parte importante del movimiento obrero, empezó a desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiadas con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se creó el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohibieron las agencias privadas de colocaciones y se crearon Escuelas Técnicas orientadas a obreros. En 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores.
En ese marco los sindicatos comenzaron un período de gran crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la ciudad desde el interior del país y países limítrofes, que eran llamados "morochos", "grasas" y "cabecitas negras" por las clases medias y altas, y los propios trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.
Poco después algunos sindicatos (especialmente los de ideología anarquista y comunista) que se habían mantenido alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en septiembre de 1945, cuatro importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del Calzado.
Frente a los dirigentes sindicales y sindicatos que no apoyaban la alianza sindical con Perón y Mercante, se impulsó una política de sindicatos paralelos. La respuesta de Perón y de su colaborador Domingo Mercante a tal desafío se tradujo en otorgar mayores beneficios a los sindicatos que los apoyaban y quitarle personería jurídica a los gremios opositores, lo que implicaba paradójicamente una seria violación a los derechos del trabajador.
Pero la estrategia de Perón para acumular poder no se limitaba a establecer alianzas con el movimiento obrero sino que se extendía también a los partidos políticos, la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas.
La tensión política iba en aumento con frecuentes bataholas entre los bandos en conflicto. Esta situación fue la excusa utilizada por la facción del Ejército Argentino, contraria a Perón, para presionar al Presidente Farrell y obtener el desplazamiento definitivo del coronel. Farrell, se inclinó por quitarle el apoyo a Perón y permitir el ascenso del grupo militar antagónico, encabezado por el General Ávalos. Pidió y obtuvo de Perón la renuncia a todos sus puestos el 9 de octubre de 1945 y, para mayor seguridad, decidió su encarcelamiento en la Isla Martín García. Al conocer la noticia del destino de Perón, los sindicatos comenzaron a movilizarse, temiendo que el alejamiento de su líder derivara en la eliminación de todos los beneficios sociales obtenidos.
17 DE OCTUBRE


Finalmente el 17 de octubre de 1945, la Plaza de Mayo fue colmada por una muchedumbre que reclamaba el regreso de Perón y su restitución en todos sus puestos públicos. La indecisión del gobierno precipitó el triunfo de los partidarios de Perón, quien hizo su regreso triunfal ese mismo día. Desde el balcón de la Casa de Gobierno, y acompañado por Farrell, anunció la creación de un nuevo gobierno compuesto por partidarios suyos y su lanzamiento como candidato a las elecciones que tendrían lugar en febrero de 1946.
La movilización del 17 de octubre tuvo dos efectos inmediatos: por una parte forzó a Perón a retornar a la lucha política y por la otra incidió en el Ejército volcando en su favor algunos jefes militares que antes se le habían opuesto y obligando al resto a pedir su retiro o tolerar su marcha hacia la Presidencia.
PRIMERA PRESIDENCIA

El apoyo popular, organizado por el Partido Laborista y la UCR Junta Renovadora, le dio la presidencia con el 53% de votos en las elecciones del 24 de febrero de 1946, ganando en todas las provincias menos en Corrientes.
Desde la presidencia, Perón continuó con las políticas sociales que beneficiaron tanto a la clase trabajadora como al empresariado nacional, sobre todo industrial. Luego del triunfo electoral disolvió los tres partidos que se habían creado para sostener su candidatura, Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente, para unificarlos en una sola organización política, llamada primero Partido Único de la Revolución y luego simplemente Peronista o Justicialista.
Expandió enormemente la agremiación de los trabajadores en sindicatos que respondían a la corriente laborista y ayudó a establecer el predominio de la Confederación General del Trabajo (CGT) como central unitaria. Cipriano Reyes, quién se negó a aceptar la disolución del Partido Laborista del que era su presidente, sufrió un atentado contra en el que resultó asesinado su chofer. Más tarde fue encarcelado acusado de planear el asesinato de Perón, hasta el fin del gobierno peronista.
PRIMER PLAN QUINQUNAL


A principios del segundo semestre de 1946, la Secretaría Técnica de la Presidencia comenzó a preparar un Plan de Gobierno para el período quinquenal comprendido por los años 1947 y 1951. El Plan Quinquenal se anunció en el mensaje presidencial del 19 de octubre de 1946 como "Proyecto de Ley" que se iba a enviar a la Legislatura (El Art. 1º daba el "Plan de Realizaciones e Inversiones" y desarrollaba diversos proyectos de ley).
El plan planteaba la necesidad de prever y codificar en un solo cuerpo el conjunto de medidas que afectaban la exportación y la importación, reglamentando la tipificación, el envase y la certificación de la calidad de los productos exportables y estableciendo un régimen aduanero ajustado a las realidades de ese momento. Descentralizaba y diversificaba la industria formando nuevas zonas productivas;emplazándolas adecuadamente en función de las fuentes de energía naturales, las vías de comunicaciones, los medios de transporte y los mercados de consumidores. Se estableció un programa mínimo de cinco años de obras y de inversiones necesarias para asegurar un suministro adecuados de materias primas, combustibles y equipos mecánicos y desarrollar racionalmente la industria y la agricultura del país.
Por otra parte, con el objeto de agilizar los servicios aduaneros y portuarios, se proponía unificar en cada aduana o receptoría esas funciones, bajo la dirección, coordinación y fiscalización de un organismo central que se denominaría Administración General de Aduanas y Puertos de la Nación, el cual substituiría –aunque con mayores atribuciones- a la hasta entonces Dirección General de Aduana.
En su Art. 2º se autorizaba al Poder Ejecutivo, a financiar el plan con emisión de "Títulos de la Deuda pública" en la cuantía necesaria y/o cualquier otro medio adecuado, rindiendo cuenta anualmente al Congreso.
PERSECUCIÓN A LA OPOSICIÓN
Y LOS DERECHOS HUMANOS

Y LOS DERECHOS HUMANOS
Cuando Perón asumió el gobierno muy pocos periódicos lo apoyaban: Democracia, El Laborista y La Época. Pronto comenzaron las medidas más variadas para combatir a los medios opositores. En primer lugar la provisión de papel de diario, que era totalmente importado, que era distribuido por el gobierno fijando cuotas sumamente reducidas para los medios hostiles, en segundo término la utilización de la prohibición de enviar determinados diarios por correo, también los frecuentes procesos por desacato contra los editores y directores de periódicos críticos, también las numerosas clausuras de medios de prensa desafectos con el gobierno y finalmente la expropiación lisa y llana con entrega posterior a administraciones adictas como ocurrió con los diarios La Prensa y La Nueva Provincia de Bahía Blanca. Michel Torino propietario del diario El Intransigente de Salta fue acusado de desacato y estuvo varios años preso.
En forma paralela el gobierno aplicando una combinación de presiones -tanto oficiales como sindicales- y beneficios fue adquiriendo en forma directa o a través de testaferros periódicos, revistas y estaciones de radio.
Así, por ejemplo, compró los periódicos Democracia, La Razón, Crítica y Noticias Gráficas, el conglomerado Haynes que reunía al diario El Mundo y la radio del mismo nombre así como revistas de diverso tipo, pero estas adquisiciones se mantenían en reserva sin dejarlas trascender al público.17 Al finalizar el gobierno de Perón sólo dos periódicos de circulación nacional -La Nación y Clarín no pertenecían al Estado quien, por otra parte, controlaba la totalidad de las radios a las que la ley 14.241 había agrupado en cuatro cadenas.
En el marco del enfrentamiento frontal entre peronistas y antiperonistas, durante el gobierno de Perón se produjeron violaciones de derechos humanos debido a la persecución de opositores -en especial de comunistas-,19 así como actos terroristas y movimientos golpistas, por parte de sectores de la oposición. En este sentido, el organismo más cuestionado utilizado por el gobierno peronista, fue la Sección Especial de la Policía Federal. En cuánto a los grupos terroristas, los más cuestionados fueron algunos sectores de la Marina de Guerra y los llamados "comandos civiles" o "comandos de hierro", que causaron con sus acciones la muerte de cientos de civiles.
La Sección Especial era la continuación de la que había creado en 1934 Agustín P. Justo, funcionaba en la calle General Urquiza al lado de la comisaría 8* y a ella pertenecían oficiales cuyos nombres serían asociados luego a las torturas que allí se practicaban: Cipriano Lombilla, José Faustino Amoresano, Guillermo Solveyra Casares y los hermanos Juan Carlos Emilio y Luis Amadeo Cardoso. "Enterarse que un detenido había sido llevado a la Sección Especial era tener la seguridad de que sería picaneado o, por lo menos, maltratado, aunque había otros locales policiales en la Capital Federal y en la Provincia de Buenos Aires con parecida fama, y se sabía que en casi todas las brigadas y delegaciones de la Policía Federal menudeaban esas prácticas, tanto con los detenidos políticos como con los comunes"20 21 Entre los casos más conocidos se encuentran los del dirigente laborista Cipriano Reyes, las empleadas telefónicas que no estaban de acuerdo con la conducción oficial del sindicato, el estudiante Ernesto Mario Bravo secuestrado por la policía que casi muere en la tortura mientras estaba desaparecido y cuyo caso fue denunciado por el médico que lo atendió, primero en la Sección Especial y luego en una quinta adonde lo trasladaron. Cuando fue el "caso Bravo" el gobierno:
Negó la desaparición de Bravo, negó las torturas, denunció todo como una maniobra opositora y hasta el Consejo Superior del Partido Peronista insistió que el episodio entero había sido 'una confabulación con el propósito de subvertir el orden'. Y cuando la decisión judicial hizo innegable todo lo que se había negado, apretó los tornillos de los medios periodísticos para echar sobre el tema una espesa vaharada de desinformación y movió los magistrados necesarios para exculpar a los torturadores. Al defenderlos hizo suyas sus culpas, las endosó, lo que revela la tremenda insensibilidad que se había instalado en las estructuras oficiales. Maltratar a un ciudadano era perdonable, si por añadidura era un comunista, entonces era un servicio a premiar. Pues -no hace falta decirlo- Lombilla y sus colaboradores regresaron a sus puestos y fueron ascendidos, como corresponde."
En el interior del país se recuerda el caso del dirigente sindical Carlos Aguirre, quien en 1949 en el marco de una una huelga de trabajadores del azúcar fue detenido y torturado hasta resultar muerto, por la policía en los sótanos de la Casa de Gobierno de Tucumán.
Uno de los primeros atentados fue sufrido en 1947 por el dirigente sindical y diputado nacional Cipriano Reyes (1906-2001), integrante inicialmente del bloque peronista pero opuesto a la decisión de Perón de disolver el Partido Laborista junto a los otros dos partidos que habían sostenido su candidatura en 1946, para crear un único partido peronista. En el atentado murió el chofer de Reyes y él mismo resultó herido. Poco después, Cipriano Reyes y otros dirigentes laboristas, fueron detenidos bajo la acusación de estar planeando el asesinato de Eva Perón. Los detenidos fueron severamente torturados por la Policía Federal y condenados en un proceso en el que no se respetaron la garantías de los acusados.23 Otros opositores que sufrieron tortura fueron el militantes universitario socialista Luis Vila Ayres y el abogado radical Juan Ovidio Zavala.
La mayoría de los abusos surgieron como contra ofensiva a los ataques de sectores anti-peronistas.
El 16 de junio de 1955 un grupo de civiles y militares, entre los cuales se encontraba el dirigente radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, intentó un golpe de estado que finalizó en el fracaso. En el curso del mismo, los golpistas ordenaron bombardear la Plaza de Mayo, causando la muerte de 364 civiles y más de 800 heridos. El hecho es conocido como el bombardeo de Plaza de Mayo y es una de las masacres más graves de la historia argentina.
Al día siguiente, el 17 de junio de 1955, la policía de la ciudad de Rosario detuvo sin orden judicial a Juan Ingalinella, médico y dirigente del Partido Comunista Argentino (PCA). Ingalinella fue torturado hasta causarle la muerte y su cuerpo fue hecho desaparecer.
Para ese momento el país vivía una situación sumamente conflictiva entre sectores peronistas y anti-peronistas, los peronistas acusaban a los anti-peronistas de participar en complots, actos terroristas e intentos de golpes de estado26 por su parte el anti-peronismo acusaba el proceder autoritario del gobierno, el control de los medios de comunicación y las acciones represivas.
Al final todo concluyo con el derrocamiento de Perón y la instauración de la dictadura militar denominada como Revolución Libertadora, la cual era apoyada por los sectores anti-peronistas, al poco tiempo de instaurada el peronismo fue proscripto y sus simpatizantes perseguidos, torturados y asesinados uno de los casos más claro fueron los Fusilamientos de José León Suárezel cual dejo como saldo final la muerte de 18 militares y 13 civiles ejecutados sin juicio previo.
Luego del atentado terrorista en la Plaza de Mayo del 15 de abril de 1953 en la que un grupo comando colocó una bomba durante una manifestación sindical organizada por la CGT, que asesinó a 5 trabajadores y dejó más de 90 heridas,28 29 30 sufrieron torturas el radical Roque Carranza -Ministro de Defensa en 1983-29 y el demócrata progresista Carlos Alberto González Dogliotti -ambos responsables del ataque-, así como Yolanda J. V. de Uzal y los hermanos María Teresa y Jorge Alfredo González Dogliotti.
POLÍTICA EXTERIOR


El gobierno surgido del golpe de Estado de 1943 había sido visto con profunda desconfianza por los países aliados que consideraban que tenía en su seno elementos fuertemente simpatizantes de la causa del Eje, y fue así que muchos habían sido los países que no reconocieron al nuevo gobierno. La tardía declaración de guerra al Eje, decisión por la que había abogado el Coronel Perón como Vicepresidente de la Nación, fue vista en general como una resolución oportunista que no borraba la imagen que se tenía del gobierno y que no variaba la situación de relativo aislamiento del mundo en que se encontraba el país, al punto tal que la falta de reconocimiento del presidente Farrell impidió que el país estuviera representado en la Conferencia Interamericana que culminó con el Acta de Chapultepec en 1945.
Perón había realizado su campaña electoral reivindicando los objetivos de aquel golpe de Estado y proclamándose heredero de sus ideales y continuó en esa posición durante los primeros tiempos de su mandato, lo que ocasionaba que en el exterior, y principalmente en algunos funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos y en la prensa de ese país, se lo siguiera identificando con la imagen proyectada por el gobierno que lo precediera, al punto tal que muchos bregaron para que se impidiera al país participar en la organización internacional que se estaba planificando.
La misión que había realizado en Europa enviado en 1939 por el gobierno había dado a Perón una visión más directa de los acontecimientos que allí se estaban desarrollando tanto en lo relativo a la cuestión social, como al ascenso del intervencionismo estatal y a las relaciones de poder en que se desenvolvía el mundo.
La política exterior de Perón estuvo influida por su opinión de que en el mundo de postguerra Argentina tenía una posición privilegiada en su carácter de gran productora de alimentos que le significaba una oportunidad que debía aprovechar. Como, por otra parte, consideraba inevitable que en un futuro no lejano ocurriera otro conflicto bélico de magnitud, si eso sucedía su posición sería aún más ventajosa.
Por otra parte eran muchos los que tenían la convicción de que Gran Bretaña, con quien Argentina había mantenido una "relación especial" hasta el fin de la guerra, volvería a ascender al nivel prebélico de gran potencia y esto llevaba inevitablemente a una subvaloración del papel de los Estados Unidos como nueva potencia hegemónica mundial. En esto coincidían tanto quienes estaban ligados a los intereses agropecuarios como los nacionalistas dispuestos a sobredimensionar a su tradicional enemigo.
Perón designó como Ministro de Relaciones Exteriores en su primer gabinete al abogado laboralista Juan Atilio Bramuglia de formación socialista y la primera misión que le encargó Perón fue la reinserción de Argentina en el mundo. A poco de asumir el nuevo gobierno abrió el debate acerca de la posición que debía asumir Argentina frente a dos temas cruciales de política exterior, las Actas de Chapultepec y la creación de la Organización de las Naciones Unidas, al solicitar al Congreso de la Nación que tratara el decreto de adhesión a esos instrumentos.
Los legisladores peronistas asumieron en su mayoría una postura favorable a la adhesión al mismo tiempo que los sectores nacionalistas se alejaban del gobierno ya que estaban en la línea opuesta y realizaban ruidosas manifestaciones solicitando el rechazo. El proyecto de ley tuvo entrada por el Senado, en el cual todos los integrantes eran oficialistas, que el 19 de agosto de 1946 aprobó la ratificación por unanimidad33 y pasó a la Cámara de Diputados para su tratamiento. Allí dentro de los dos bloques había quienes sostenían posiciones distintas que, incluso, podían llegar a provocar alejamientos.
El peronista Joaquín Díaz de Vivar y otros tres diputados del mismo sector presentaron un despacho pidiendo la aprobación de las Actas pero con reservas, otro peronista Eduardo Beretta se pronunciaba por la aprobación lisa y llana y los miembros radicales de la Comisión de Relaciones Exteriores mantenían una posición cercana a la de Díaz de Vivar. El diputado conservador Reynaldo Pastor también objetó la ratificación.
Félix Luna toma las objeciones como muestra del asombroso "irrealismo de los opositores" y de que "la marca de un nacionalismo sin concesiones había impreso profundamente su ideología". Algunas de las expresiones de los diputados Arturo Frondizi, Luis Dellepiane y Ernesto Sanmartino se refirieron a la ONU como "un edificio que se derrumba" (Dellepiane), decían que quedaban en poder de gobiernos extranjeros "nuestras decisiones de guerra y paz, nuestros recursos económicos y hasta el valor de nuestra moneda" (Dellepiane) o afirmaban que con las Actas "podrían llegar a destruirse la formación, no solamente de una conciencia nacional, sino también la formación del país desde los puntos de vista económico, financiero, militar y cultural" (Frondizi).
En el momento de la votación los opositores se abstuvieron para evitar que se hicieran evidentes sus diferencias internas y los peronistas aprobaron la adhesión con la oposición de siete de sus miembros.
Lo cierto es que el clima en Washington respecto de la Argentina comenzó a cambiar ayudado por la salida del Departamento de Estado de funcionarios que se habían manifestado más críticos de Perón, y el 3 de junio de 1947 en un gesto sin precedentes el presidente Truman invitó al embajador argentino que era el Dr. Oscar Ivanissevich a concurrir a la Casa Blanca donde departió amablemente con la visible ausencia de Braden que dos días después renunciaba.
En forma inmediata y contando con el beneplácito de Estados Unidos el gobierno argentino anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y a continuación inició tratativas comerciales y cerró acuerdos comerciales con Rumania, Bulgaria, Polonia, Checoslovaquia y Hungría.
El 6 de julio del mismo año Perón en un discurso exponía los principios de la Tercera Posición entre capitalismo y socialismo, mediante la cual se daba a entender que en la naciente Guerra Fría la Argentina no se alinearía de forma automática ni con Estados Unidos ni con la Unión Soviética.
Si bien en la faz discursiva Perón ponía el acento en una Tercera Posición distinta del comunismo y del capitalismo era evidente una diferencia de actitud frente a uno y otro. Si por una parte rechazaba totalmente al comunismo por la otra se declaraba alineado en el bando occidental aunque rechazaba un capitalismo depredador a quien consideraba el responsable indirecto del surgimiento del comunismo.
En 1948 se presentó una oportunidad de lucimiento para la diplomacia argentina cuando el bloqueo soviético a la comunicación por vía terrestre aisló la zona de Berlín ocupada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia obligándola a abastecerse mediante un puente aéreo y subiendo al máximo la tensión entre estos países. Al llegar la cuestión en el mes de octubre al Consejo de Seguridad de la ONU el representante argentino debió asumir la presidencia del mismo reemplazando al de Estados Unidos que, al estar involucrado en el conflicto, no podía conservar el cargo que estaba ejerciendo. Apoyado por una Comisión de Neutralidad formada por los miembros no permanentes la representación argentina encabezada por el canciller Bramuglia realizó una activa gestión mediadora y formuló propuestas que tuvieron incidencia en la resolución del conflicto, recibiendo muchos elogios por parte de los diplomáticos extranjeros.
José Paradiso considera sobre la política exterior del gobierno peronista que: "En ocasiones ella ha sido considerada una gran responsable de las desventuras argentinas posteriores, otras veces como la expresión de un razonable pragmatismo cuando no como la otra de un sagaz visionario. Probablemente ninguna de estas versiones sea la correcta, aunque cada una de ellas puede reclamar para sí una parte de la verdad"
Al mismo tiempo, aún despierta controversias entre los historiadores la acogida en la Argentina de nazis prófugos durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
CONTACTO NAZI


Argentina fue refugio de criminales nazis de la talla de Adolf Eichmann o Joseph Mengele, con la complicidad activa de sus autoridades. Pero subsiste el empeño de ocultar el antisemitismo imperante en círculos oficiales, que llevó a la muerte a un centenar de judíos argentinos.
Casi 60 años después de la rendición militar alemana en la segunda guerra mundial (1939-1945), la cancillería argentina rehuye reclamos interpuestos desde 2001 por varias organizaciones para que se difunda una circular secreta firmada en 1938 por el titular de ese ministerio, ordenando a cónsules argentinos en Europa negar visados a ”indeseables o expulsados”, en alusión a ciudadanos judíos de ese continente.
Esas entidades, el Centro Simon Wiesenthal y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, reclaman además infructuosamente a la cancillería que fundamente la decisión adoptada en 2001 de colocar una placa en la sede del ministerio en honor a 12 diplomáticos argentinos por haber sido ”solidarios con las víctimas del nazismo”.
Investigaciones recientes revelaron que al menos uno de esos honrados ignoró reiteradamente la suerte de un centenar de judíos argentinos que vivían en Grecia, Holanda y Polonia. Los demás funcionarios, en el mejor de los casos, se limitaron a cumplir con su labor consular de facilitar trámites de salida para ciudadanos de su país, afirman los denunciantes.
Desde hace cuatro años, las dos organizaciones piden a sucesivas autoridades diplomáticas que difundan la circular ”reservada y estrictamente confidencial”, a la que IPS tuvo acceso, firmada por el canciller José María Cantilo en 1938, y hallada 60 años después en la sede de la embajada en Suecia por la investigadora argentina Beatriz Gurevich.
”Nosotros pedimos que se difunda y se haga una derogación simbólica”, dijo a IPS Sergio Widder, del Centro Simon Wiesenthal que trabaja por la captura de criminales de guerra nazis en todo el mundo.
”Creemos que es un acto de desagravio que tendría para el gobierno más beneficios que perjuicios”, dijo. Sin embargo, ”hay sectores muy tradicionales en la administración pública que se resisten a esta apertura”, interpretó.
Igual resistencia encontró Widder en la Secretaría de Inteligencia del Estado y en la Conferencia Episcopal Argentina, que negaron tener documentos relacionados con el período bajo investigación. El Ministerio del Interior, en cambio, dispuso la revisión del archivo del Departamento de Migraciones, aunque por el momento sólo se abrieron dos de los 49 expedientes solicitados por el Centro.
Según Widder, podría haber aún unos 15 oficiales del nazismo ocultos en Argentina, pero la morosidad de la investigación impide avanzar en las capturas.
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg tomó el nombre de un diplomático sueco que salvó a miles de judíos del nazismo. Se dedica a rescatar la memoria de quienes ignoraron órdenes oficiales y, en un clima hostil, asistieron a judíos que escapaban de la persecución desatada en toda Europa, ocultándolos o suministrándoles pasaportes falsos.
Gustavo Jalife, miembro de la Fundación, dijo a IPS que la cancillería posee el original del documento hallado por Gurevich, y reproducido en 2002 en el libro ”La auténtica Odessa”, del periodista argentino Uki Goñi.
Pero el Ministerio, encabezado por Rafael Bielsa, se resiste a mostrar y anular esa orden secreta, que sigue formalmente vigente.
En su libro, Goñi sostiene que en 1942 el jefe de la Oficina Principal de Seguridad del régimen alemán, Reinhard Heydrich, reunido con otros jerarcas nazis para abordar la llamada ”solución final a la cuestión judía”, planteó que la deportación masiva era imposible por el cierre de fronteras de terceros países a la inmigración judía, lo que determinó el destino de millones de personas exterminadas en campos de concentración.
El autor afirma que ”probablemente ningún país tomó medidas tan extraordinarias para cancelar sus permisos de entrada a los judíos como Argentina”.
El libro relata además los detalles de la red de rescate de funcionarios nazis alemanes y de regímenes afines --tras la derrota de Alemania--, organizada por el primer gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955), que facilitó su huida de Europa cuando muchos de ellos tenían pedidos de captura.
Según Goñi, la circular de la cancillería argentina --anterior al gobierno de Perón-- ”estaba destinada a que ninguno de los judíos que huían de Adolf Hitler llegaran a Argentina y, por tanto, confirma la justificación esgrimida por Heydrich de que la cancelación de permisos de entrada por parte de países extranjeros había demostrado que la emigración no era una solución viable para la cuestión judía”.
En cuanto a los diplomáticos cuestionados, Goñi aporta en su libro testimonios documentales que incriminan a uno de los homenajeados, el secretario de la embajada argentina en Berlín en los años 40, Luis Irigoyen.
A pesar de los intentos de oficiales alemanes para que Buenos Aires, neutral en la guerra, repatriara a judíos argentinos de los países bajo dominación nazi, el diplomático negó visas a un centenar de compatriotas que residían por entonces en Polonia, Holanda y Grecia, luego trasladados a los campos de exterminio de Auschwitz y Bergen-Belsen.
Uno de los documentos que obtuvo Goñi corresponde a la oficina del oficial alemán Eberhardt von Thadden, enlace de Eichmann (responsable de las deportaciones de judíos a los campos de exterminio) con el cuerpo diplomático extranjero acreditado en Berlín.
El oficial detalla en sus escritos los esfuerzos infructuosos que realizó durante meses para conseguir que Irigoyen organizara el retorno de los judíos argentinos que habían caído en desgracia.
”El señor Irigoyen me explicó con mucho énfasis que en Buenos Aires no había ningún interés por este tema”, asentaba por escrito Von Thadden. En otro documento, Goñi prueba que Irigoyen, reunido por segunda vez con Von Thadden, consideró ”falsos” los pasaportes de 16 judíos argentinos residentes en Varsovia que el oficial de las SS le había entregado para que gestionara su repatriación.
Goñi sostiene que aun cuando esos pasaportes hubieran sido falsos, hecho ahora improbable, la actitud de Irigoyen no merece homenajes.
Su nombre sigue grabado en la solemne placa colocada con el aporte documental de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades Nazis en Argentina (Ceana). Esa comisión fue creada en 1998 para organizar los documentos entonces desclasificados que probaban el papel de Argentina como paraíso de nazis, pero su labor es muy controvertida.
Fuentes que pidieron reserva de identidad afirmaron a IPS que la Ceana pudo haber sido creada para ocultar más que para esclarecer. Muchos de sus integrantes iniciales --como la investigadora Gurevich-se distanciaron por disconformidad con su desempeño.
”Si la placa encierra una patraña, va a ser removida”, dijo a IPS el canciller Bielsa.
Más cauto, el vicecanciller Jorge Taiana arguyó que el homenaje no fue realizado por la actual administración. Pero no será retirado ”sin que haya elementos decisivos para ello”, advirtió.
La tarea de aportar esos elementos corresponde a la Ceana.
Su coordinador, el historiador Ignacio Klich, explicó a IPS cómo se eligieron los nombres a homenajear y justificó la existencia de la circular diplomática secreta.
”La fundación Wallenberg no tiene evidencia contra ninguno de los 12 diplomáticos, salvo el libro de Goñi, que tiene problemas”, dijo Klich.
A juicio de Klich, ”La auténtica Odessa” no brinda una ”visión completa” de los hechos, pues pese a las restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos entre 1933 y 1945.
Klich reconoce que los diplomáticos homenajeados ”no fueron luchadores del gueto de Varsovia ni están a la altura de un Wallenberg, pero hicieron cosas para destacar”.
”No tienen la categoría de justos entre las naciones, ni son merecedores del Nobel de la Paz, pero sí fueron descollantes en relación a colegas de su época que tuvieron actitudes hostiles o anodinas” frente a la persecución judía, aseguró.
Pero no es la fundación la que debe aportar las pruebas justificativas del homenaje, sino los responsables del mismo, dijo Jalife.
La distinción de ”Justos entre las Naciones” es otorgada por la fundación israelí Yad Vashem, que es Autoridad Nacional para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto. Desde su creación, unas 15.000 personas fueron merecedoras del título y sus nombres están en el Muro de Honor, junto al Museo del Holocausto en Jerusalén.
Klich consideró ”innegable” que Argentina fue el último país en cortar relaciones con los países del Eje y el último en declarar la guerra a Alemania, poco antes de su derrota. ”Desde 1928 en adelante la política migratoria argentina es más y más restrictiva, y particularmente onerosa para refugiados y judíos”, detalló.
No obstante, ”la otra parte del cuadro” muestra que, en el mismo período, este país recibió alrededor de 45.000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de manera ilegal.
El coordinador de la Ceana aseguró que esos datos están en archivos abiertos, pero no contestó sobre la circular secreta, aún inaccesible.
Taiana sostuvo que la única documentación clasificada es la referida a la guerra de las Islas Malvinas (1982, contra Gran Bretaña), pero Goñi y miembros de la Fundación Wallenberg aseguraron que en 2003 Bielsa les había relatado la existencia de la circular secreta en la sede diplomática en Estocolmo.
La red de protección a nazis fue establecida por Perón, fundador y líder del Partido Justicialista, mismo que gobierna Argentina desde 1989, con un breve interregno de dos años, entre fines de 1999 y fines de 2001.
POLÍTICAS SOCIALES E IGUALDAD DE GENERO


Durante el primer gobierno de Perón se produjo un cambio histórico en lo que respecta al reconocimiento de los derechos de la mujer. Se incorporaron al máximo texto jurídico los nuevos derechos sociales como también el voto femenino, que había sido aprobado en 1947, y que reivindicaba a la mujer hasta entonces marginada de la vida política argentina.
En 1947, se sancionó la ley reconociendo a todas las mujeres mayores de 18 años el derecho a votar y ser votadas (sufragio femenino), existiendo recién entonces sufragio universal en la Argentina. El derecho ya había sido reconocido en San Juan por la reforma constitucional de 1927. A nivel nacional, el derecho al voto venía siendo reclamado por las mujeres desde 1907, cuando Alicia Moreau y otras mujeres fundaron el Comité Pro Sufragio Femenino. Sin embargo ni la Unión Cívica Radical ni los conservadores apoyaron institucionalmente el reclamo y los proyectos presentados fueron sistemáticamente rechazados.
Sin embargo las resistencias al sufragio femenino no estaban ausentes tampoco en el peronismo. En ese sentido Eva Perón (Evita) jugó un papel importante. Luego del 17 de octubre de 1945, a propuesta de Evita, Perón desde su cargo de Vicepresidente, intentó sancionar la ley del voto femenino. Sin embargo las resistencias tanto dentro de las Fuerzas Armadas en el gobierno, como de la oposición, que alegaba intenciones electoralistas, frustraron el intento.37 También influyó el hecho de que la influencia de Evita dentro del peronismo era relativamente débil antes del 24 de febrero de 1946.
Luego de las elecciones de 1946, Evita comenzó a hacer abierta campaña por el voto femenino, a través de mítines de mujeres y discursos radiales, al mismo tiempo que su influencia dentro del peronismo crecía. El proyecto de ley fue presentado inmediatamente después de asumido el gobierno constitucional (1 de mayo de 1946). A pesar de que era un texto brevísimo en tres artículos, que prácticamente no podía dar lugar a discusiones, el Senado recién dio media sanción al proyecto el 21 de agosto de 1946, y hubo que esperar más de un año para que la Cámara de Diputados sancionara el 9 de septiembre de 1947 la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres.
La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 (II.1) de la Constitución de 1949. El texto fue directamente escrito por Eva Perón. En 1955 la Constitución fue derogada, y con ella la garantía de igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio y frente a la patria potestad, reapareciendo la prioridad del hombre sobre la mujer. La reforma constitucional de 1957 tampoco reincorporó esta garantía constitucional, y la mujer argentina permaneció discriminada legalmente hasta que se sancionó la ley de patria potestad compartida en 1985, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Entre otras reformas sociales y políticas, durante su primer gobierno Perón derogó la ley que establecía la discriminación entre hijos legítimos e ilegítimos, y compró a nombre del estado, de capitales extranjeros, en su mayoría Ingleses, los ferrocarriles creando la empresa Ferrocarriles Argentinos (1948). Se estableció el monopolio estatal del comercio exterior mediante el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) y se desarrolló un amplio plan de viviendas para trabajadores. En 1951 comenzó a transmitir LR3 Televisión Radio Belgrano, actualmente llamado Canal 7.
Durante el primer gobierno peronista "el componente salarial del ingreso nacional superó, por primera vez en la historia, a la retribución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. En 1948 aquel ascendía a 53% contra 47% de éste, lo que se comparaba favorablemente con la situación imperante sólo un lustro atrás, cuando los trabajadores percibían 44,4% y los empresarios, capitalistas y rentistas recibían 55,6%".
LA "REVOLUCIÓN LIBERTADORA"


El 16 de junio de 1955 los Comandos Civiles, integrados por conservadores, radicales y socialistas, junto con la Marina de Guerra y sectores de la Iglesia Católica intentaron un golpe de Estado que incluyó el Bombardeo de la Plaza de Mayo y el centro de la ciudad de Buenos Aires con más de 364 muertos y centenares de heridos. El ataque se produjo con una veintena de aviones de la Aviación Naval sobre la multitud que se encontraba en una manifestación. Los ataques continuaron hasta las 18 horas. El Ejército instaló tanques y baterías antiaéreas para proteger al presidente, por lo que a los insurgentes se les ordenó atacar a los miembros del Ejército y a los civiles que apoyaban a Perón. Finalmente, los atacantes pidieron asilo político en Uruguay.
Perón dio entonces por finalizada la llamada revolución justicialista, y llamó a los partidos políticos opositores a establecer un proceso de diálogo que evitara la guerra civil. Por primera vez en años los opositores pudieron utilizar los medios de difusión estatales. Pero para entonces los partidos opositores no estaban interesados en llegar a un acuerdo con Perón, y utilizaron la oportunidad para difundir su oposición al gobierno y denunciar por radio la falta de libertades. Poco después Perón dio por concluidas las conversaciones.
El 16 de septiembre de 1955 las Fuerzas Armadas derrocaron a Perón. La CGT, sectores del peronismo e incluso sectores opositores fueron a reclamar armas para impedir la toma del poder por los militares, pero el presidente se las negó y se exilió temporalmente en Paraguay. Finalmente se instaló en Madrid, en el barrio residencial de Puerta de Hierro. Allí se casó con la bailarina María Estela Martínez de Perón, Isabelita, a quien había conocido en Panamá, en 1956.
EL EXILIO Y SURGIMIENTO
DE "LA SUBVERSIÓN"

DE "LA SUBVERSIÓN"

El 9 de junio de 1956, bajo el mando del General Juan José Valle, un grupo de militares peronistas y militantes del peronismo intentaron un alzamiento contra el gobierno de facto. La intentona fracasó y tanto Valle como varios de sus seguidores militares y civiles fueron fusilados. La represión se extendió a sectores no peronistas de la clase obrera. Sin embargo, los dirigentes sindicales conservaron su enorme influencia sobre los gremios industriales y de servicios. En una carta que Perón envió a John William Cooke el mismo día del levantamiento de Valle, no había la más mínima traza de compasión por los militares rebeldes. El conductor criticaba su apresuramiento y falta de prudencia y aseguraba que sólo su ira por haber debido sufrir el retiro involuntario los había motivado a actuar.56
Durante sus años de exlilio Perón publicó varios libros: Los Vendepatria (1956), La fuerza es el derecho de las bestias (1958), La Hora de los Pueblos (1968), etc.
En diciembre de 1964, durante el gobierno de Arturo Illia, Perón intentó regresar en avión a la Argentina. Pero el gobierno ratificó la decisión de prohibirle su radicación en el país y solicitó a la dictadura militar que gobernaba en Brasil que lo detuviera al realizar escala técnica en ese país y lo reenviara a España.
En la Argentina, los años cincuenta y sesenta fueron marcados por frecuentes cambios de gobierno, casi siempre frutos de golpes de Estado. Estos gobiernos estuvieron signados por continuas demandas sociales y laborales. Al calor de los procesos revolucionarios en marcha en el llamado Tercer Mundo, en Argentina aparecen grupos armados de izquierda y de derecha, muchos de los cuales adhieren al peronismo, aunque también cobran envergadura otras agrupaciones radicalizadas no peronistas como el PRT - ERP. Entre las organizaciones armadas peronistas se destacaron la nacionalista-católica Montoneros, la marxista-peronista FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), y en menor medida la FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y la FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación).
Una organización menor denominada Ejército Nacional Revolucionario (ENR) se atribuyó el asesinato del influyente líder sindical peronista Augusto Timoteo Vandor, en mayo de 1970 la organización Montoneros realiza el secuestro y ejecución del general Pedro Eugenio Aramburu, figura clave del golpe de de Estado contra Perón en 1955, en el 73 ejecuta a José Rucci, secretario General de la CGT y hombre de confianza de Perón y otros secuestros y asesinatos de gran impacto en la opinión pública. Hacia finales de los sesenta y principios de los setenta, se acentuó el reclamo de los gremios por el regreso de Perón. El general Alejandro Lanusse había tomado el poder en marzo de 1971 mediante un golpe palaciego dentro del régimen militar surgido en el '66, y decidió restaurar la democracia institucional en 1973. Desde el exilio Perón apoyó a los peronistas de militancia armada, las "formaciones especiales": Montoneros-Fuerzas Armadas Revolucionarias-Fuerzas Armadas Peronistas, para presionar sobre el gobierno militar usurpador.
El 17 de noviembre de 1972, Perón regresó a la Argentina a bordo de un avión alquilado al efecto. Permaneció en el país solamente poco más de un mes, al cabo del cual visitó el Paraguay y luego regresó a Madrid.
EL REGRESO


Perón desde el exilio en España tomó la decisión de que Cámpora fuera el candidato para Presidente de la Argentina por el peronismo,59 dado que por la proscripción él no podía presentarse. El armado apuntaba a que el próximo Presidente eliminara la proscripción, para que Perón pudiera retornar al país y luego de la renuncia, se llamaran a elecciones. De ahí, se barajaron tres posibilidades: Cámpora, Benítez y Taiana. Su decisión se basó en que Cámpora era el más acorde a sus pretensiones.
El 11 de marzo de 1973, Argentina tuvo elecciones generales. Hector José Cámpora, con el visto bueno de Perón en el exilio, gana las elecciones con el 49.5% de los votos, el líder radical, Ricardo Balbín, había salido segundo con un 21,3%, y, como el FreJuLi no había obtenido más del 50% de los votos tenía que realizarse un ballotage entre la primera y segunda fuerza. Sin embargo, Balbín reconoció la victoria de Cámpora y renunció al ballotage. El delegado de Perón asumió el 25 de mayo de 1973, dándose así por finalizado el período dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina.
Perón regresó al país el 20 de junio de 1973. En un hecho conocido como la Masacre de Ezeiza, la izquierda de Montoneros y el aparato de la derecha sindical de la CGT se enfrentaron por el control del palco de honor, con un saldo de 13 muertos y 365 heridos.
Cámpora renunció el 13 de julio de 1973, dejando el camino libre para que Perón se presentara en las nuevas elecciones.
LOS "ESTÚPIDOS QUE GRITAN"


Por primera vez en la historia Juan Perón hizo lo que jamás soñó: insultó y cargó contra miles de sus partidarios. Por primera vez en la historia miles de peronistas hicieron lo que jamás imaginaron: desairaron a su líder, abandonaron la plaza de los grandes atardeceres de gloria y dejaron a sus espaldas un hueco que no llenó nada ni nadie.
El 1º de mayo de 1974, hace treinta años, con dos palabras, "imberbes" y "estúpidos", Perón rompió lanzas con aquella "juventud maravillosa" a la que encomiaba en todo desde el exilio y que, desde finales de los años sesenta se había convertido en protagonista de la resistencia que luchó durante dieciocho años por devolverlo al país. Pero una cosa era el exilio y otra el poder. Nadie mejor que Perón sabía de estas cosas.
Aquellos jóvenes encolumnados detrás de lo que llamaban, con desparpajo y encanto, "la gloriosa JP", o miembros activos de la guerrilla "Montoneros" parecían no comprender lo que Perón tenía claro: había que gobernar la Argentina , y no decirle a Perón cómo gobernar.
Amigo de las parábolas, el General lo había puesto blanco sobre negro con una de aquellas célebres sentencias suyas hechas de cemento armado: "No es hora de gritar 'La vida por Perón' Es hora de defenderlo", había dicho en un intento por disciplinar a los díscolos.
Los díscolos habían soñado un Perón revolucionario. Era un sueño apenas del que despertaron con la celeridad y el candor de los veinte años, para acomodar las ilusiones en el rellano desahogado que le adjudicaba al Presidente las cualidades estratégicas de Aníbal. Pero no soportaban el giro a la derecha de un peronismo al que también soñaban diferente, ni a José López Rega, el poderoso ministro de Bienestar Social al que le adjudicaban, con razón, intenciones y acciones criminales. Y tampoco a la vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, en quien intuían un quimérico deseo de parangonarse con la mítica Evita.
En aquel 1974 la Argentina era un vendaval. Quien lo vivió, lo sabe. El acto del 1º de mayo no fue sino la ratificación de una decisión tomada por Perón mucho antes, tal vez el día de su segundo retorno al país, entenebrecido por la masacre de Ezeiza; tal vez cuando Montoneros asesinó a uno de sus hombres más fieles, el secretario general de la CGT, José Rucci; tal vez cuando los embates de la guerrilla marxista del ERP, con la que Montoneros y la JP mantenían "diferencias" sin decidirse a la ruptura total.
En aquel 1º de mayo, la ilusión de que el carisma del viejo general fuese capaz de contener en su abrazo a la izquierda peronista, a Montoneros y también a los poderosos gremios con la Unión Obrera Metalúrgica a la cabeza, estaba hecha añicos. Y la JP ya no entraba en los planes de Perón.
Para colmo, en aquella tragedia de desencuentros, la Plaza de Mayo amaneció aquel miércoles repleta de pequeños carteles aferrados a los árboles y cargados de insultos hacia Isabel Perón. Alguna vez el entonces jefe del Regimiento de Granaderos, coronel Jorge Sosa Molina, confió que aquellos insultos de papel, más los que coreaba el grueso de la JP en la Plaza, fueron los que sacaron de quicio al Presidente. El General, que rehuía hablar de sí mismo, prefería en cambio identificarse con las altas metáforas: "Cuando los pueblos pierden la paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento", decía. Y él había perdido la paciencia.
A las cinco de la tarde Perón, desencajado, escuchó la copla zumbona que subía de la Plaza: "Qué pasa, qué pasa / qué pasa General / que está lleno de gorilas / el gobierno popular" . Arrancó con su discurso y, como sabía adónde pegar, lanzó aquellos dos jirones de despecho que jamás fueron dichos en esa única frase que acogió la historia. (Ver Las polémicas...). Fue suficiente. Desolados, enfurecidos, huérfanos, JP y Montoneros dieron la espalda a Perón y dejaron la Plaza.
En aquella danza de imposibles de aquel día, Perón terminó su breve discurso con un anhelo "(...) espero poder verlos de nuevo en esta plaza el 17 de octubre." Tampoco pudo ser. El viejo General murió dos meses después.
HACE 36 AÑOS:
MUERE PERON

MUERE PERON

Juan Domingo Perón falleció a los 78 años, el 1 de julio de 1974, luego que su salud se viera agravada.
María Estela Martínez de Perón, su esposa y vicepresidente, lo anunció al país diciendo "con gran dolor debo transmitir al pueblo de la Nación Argentina el fallecimiento de este verdadero apóstol de la paz y la no violencia". Tras varios días de duelo nacional, en los que el cuerpo fue velado en el Congreso de la Nación por cientos de miles de personas, los restos fueron trasladados a una cripta en la Quinta Presidencial de Olivos.
Nota: esto se lo dedico a dos compañeros peronistas facu y karlos
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